El negocio del siglo


Quisiera hacer una denuncia sobre el caso del SIDA. Una enfermedad que, supuestamente, está provocada por un virus o retrovirus (la diferencia es la transcriptasa entre el ADN y el ARN de los grupos víricos), bautizado VIH. Pero esto no queda nada claro: primero, que este virus fuera realmente aislado, puesto que nunca se cumplieron los requisitos exigidos por la comunidad científica (son cuatro: el primero presentar cuatro fotografías: una del virus dentro de la célula; la segunda, de uno o varios ejemplares del virus, y absolutamente nada más en la foto; la tercera foto, de las diferentes proteínas que forman la envoltura del virus, separadas según su tamaño, por medio de una técnica que se llama «electroforosis en gel»; la cuarta foto, del ácido nucleico del virus. El segundo requisito es caracterizar exactamente cada proteína, es decir, fijar qué aminoácidos la componen y en que orden, y lo mismo con el ácido nucleico. El tercer requisito es efectuar los experimentos de control. Y el cuarto requisito, publicar los experimentos realizados en revistas científicas adecuadas, con los resultados obtenidos, para que así, otros científicos puedan corroborarlos). En vez de esto, fue convocada una rueda de prensa multitudinaria por el titular de una de los mayores laboratorios de farmacología del mundo, y se anunció el descubrimiento del VIH, causante del Síndrome de Inmunodeficencia Adquirida, asegurándose así todos los beneficios derivados de este hallazgo. Un buen negocio.
Sin embargo, este virus, según algunos virólogos, es incapaz por sí solo de atacar célula alguna, y es el mismo que trató de colar como causante de la leucemia . Este doctor, además, patentó un test que aún no había confeccionado y se aseguró millones en royaltis (1).
El test del SIDA ó test Elisa lo único que detecta son anticuerpos que el organismo utiliza contra éste y otros virus de parecida composición (ya hemos dicho que no existe un mapa genético del VIH). En Estados Unidos un estudio sobre aspirantes a la marina demostró que el 83% de todos los test Elisa inicialmente positivos (10.000-12.000), fueron falsos positivos (2).
Luego se utilizó el test Wester Blot (WB) presentado como fiable al cien por cien, que tampoco es válido. Mide una proteína elevada en numerosas situaciones normales y patológica independiente del virus VIH. Es más, los resultados de este test sobre una misma muestra de sangre enviada a los mejores laboratorios de referencia, son contradictorios, como demostró el Dr. Bialy en su conferencia en Omnimed, según trabajo publicado (3).
El test Wester Bolt (WB) tiene reacciones cruzdas con las siguientes situaciones, que hace que se produzca un resultado erróneo:

- En uno de cada 150 individuos sanos.
- En un 13 % de personas con verrugas.
- En un 41% de pacientes con esclerosis múltiple.
- En fuertes exposiciones al esperma por vía anal.
- En una malnutrición severa.
- En las infecciones múltiples.
- En la tuberculosis.
- En la malaria o paludismo.
- En general, en estimulaciones antigénicas repetidas (es decir, con la introducción de agentes infecciosos, proteínas extrañas de transfusiones, esperma, etc…).

Estas conclusiones son una síntesis de los trabajos de Eleni Eleopulous, biofísica del Royal Perth Hospital y otros colaboradores de los servicios de urgencia y del departamento de patología de la Universidad de Australia (4).
Si los tests no miden el virus, ¿dónde está el virus? Frecuentemente en ninguna parte, ya que hay miles de casos de SIDA sin virus documentados en la literatura científica. La búsqueda del virus es cara y sólo se realiza en algunos trabajos experimentales. Quiero recordar aquí que el inventor de la PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa), la técnica más perfecta para detectar incluso fragmentos del «virus del sida», el Dr. Kary Mullis, que obtuvo el premio Nobel de Química en 1993 por ello, es uno de los científicos disidentes que no cree que el virus VIH cause el SIDA (5).
Y si no se oye hablar de ello, es porque estos estudios han sido boicoteados en su transmisión a los medios de comunicación de masas, que controlan la información internacional.
Se pueden comprobar molestándose en leer las referencias bibliográficas. Esto da una idea del poder de la industria del SIDA, que puede manipular a su antojo la opinión, independientemente de las evidencias científicas.
Este artículo está especialmente dedicado a los afectados por los terribles efectos secundarios de semejante diagnóstico. Este diagnóstico, en mi opinión, no es un diagnóstico científico, sino una trampa de la industria farmacéutica. Una trampa muy bien urdida. Recuerdo aquí la primera función del terapeuta: “primun non nocere”, según el juramento Hipocrático, es decir, “primero no perjudicar”. Esto no se ha hecho –olvidado y violado– habitualmente por las terapéuticas recetadas, pero debe extenderse, especialmente en este caso, al propio diagnóstico, que también puede engendrar enfermedades yatrógenas (producidas por la medicina).
La trampa comienza cuando dicen que eres seropositivo (lo que no quiere decir mucho, como puedes ver), es decir, que estás contaminado por un virus fatalmente mortal (lo que está todavía menos claro) y que más o menos a largo plazo vas a hundirte. Esta depresión no va a afectarte sólo psíquicamente, también tus células de defensa van a disminuir (ya que tu cerebro es lo que cree que está pasando). Un diagnóstico que produce estrés, pánico, miedo y la impresión de estar sentenciado a muerte produce demostradamente inmunodepresión. La trampa continúa al combinar el diagnóstico de seropositivo con una cifra de linfocitos T4 baja (lo que no quiere decir que corras ningún riesgo, pues los T4 no son las defensas, como se ha dicho) o con cualquiera de las 32 enfermedades –siguen aumentándolas– que se consideran definitorias del SIDA.
Este pseudodiagnostico, de hecho, apesta. El informe clínico sólo deja espacio para que el médico escriba algo. La conclusión del diagnostico está preimpresa y es igual para todos. Te obligan a tomar AZT, que se encarga de rematarte; una droga rechazada hace años en la quimioterapia del cáncer por su toxicidad (6).
Tanto si ya tenías alguna alteración (a consecuencia de un diagnóstico falso) como si no, el AZT se encarga de destruir tu medula ósea y, por lo tanto, tus glóbulos rojos (anemia) y blancos, que son el sistema inmunitario (leucopemia) (7). Pero además todas las células de rápida renovación, como las del instestino, dañando tu hígado (8), etc… Así se ejecuta la trampa.
Se objetará que los T4 y los leucocitos aumentan en ocasiones cuando se toma AZT. Y es cierto, aumentan inicialmente en algunos casos porque el organismo se intenta defender de un supertóxico como el AZT, que destruye el ADN (que es la base de la vida) y luego se ve impotente (en un plazo más o menos largo, según el estado de los mecanismos de detoxicación de los pacientes) para hacerle frente (9).
Curiosamnete , ciertos terapeutas «alternativos» colaboran con la trampa: recetan fármacos tóxicos, como los antidepresivos, y otros tratamientos carísimos, con la excusa de remontar los T4, o también preparados milagrosos y supercaros, como los de Beljansky, que inhiben la transcriptasa inversa del virus (es decir, que siguen fomentando la idea de que un virus causa el SIDA), otros tratan a seropositivos (que no tienen nada) y dicen que tratan y en algunos casos curan el SIDA, pero nunca les dieron el primer tratamiento del SIDA, que es cuestionar los test de seropositividad; nunca les quitaron la angustia de que los T4 NO no eran su sistema inmunitario, sino que, al contrario, se aprovecharon y se beneficiaron de la trampa.
Respecto a estas estafas criminales, creo que sólo los enfermos y seroposistivos, pueden aportar una reevaluación crítica de los tratamientos, evitando dolor, muertes, gastos innecesarios y coordinando demandas judiciales de los afectados.
Se puede tomar AZT meses o años, pero a largo plazo no existen supervivientes que tomen AZT, como se demostró en la encuesta publicada en el libro de M.Callen (10).
Y el AZT acabará, tarde o temprano, con tu sistema inmunitario, produciendo inmunodeficiencia, es decir, el SIDA que no teníais…
El rizo se habrá rizado. Un diagnóstico trampa que produce inmunodepresión, rematado por un tratamiento contra lel SIDA que produce inmunodeficiencia.
¿Increible? No, si consideras que la hipótesis oficial (VIRUS=SIDA=MUERTE) es difundida por los que viven de ella –incluidos los medios de comunicación– y que hay enormes intereses (no sólo económicos) para que se acepte como un dogma.

 

 


1 (Dr. Stefan Lanka, Diario16, 3/4/1997 Crónica, entrevista con Lluis Botinas. 26).
2 (Guyton, A et al (1987) Text book of medicinal physiology . W.B. Saunders, New York).
3 (Fauci, A. and Pantaleo, 6 et al. (1993) HIV infection is active and progessive in limphoid tissue during the clinically latent stage of disease. Nature ,362:355-358).
4 (Sheppard, H and Ascher, M. (1993) Viral Burden and HIV Disease . Nature, 364:291).
5 (Penta, 1 Trial). Medical Research Council’s Response to Representations from Standing Committee on AZT Malpractic SCAM.
6 (Weiss, R. (1993) How does HIV cause AIDS? Sciencie 260:1273-1278).
7 (Levy, J. (1993) Paphogenesis of Human Immunodeficiency virus infection. Microbial. Rev. 57:183-289).
8 (Root-Bernstein (13/6/1990) Transcript: the AIDS catch.Meditel Productions LTD.Channel 4).
9 (The editors. (1992) Cofactors, HIV-Free AIDS and the Shape of the US Epidemic. More Conumdrums for the HIV-AIDS. Hypotahesis. Rethinking AIDS 1:2).
10 (Bialy,H(1993)Why HIV Will always be one step alread. Retninking AIDS. 1:8).